Con motivo de la 5.ª edición del concurso internacional Mixed Media organizado por Pébéo, entrevistamos a Alberto Ruce, ganador del 2.º premio.
¿Puede presentarse a sí mismo y su práctica artística?
Alberto es mi nombre y Ruce es el apodo que adquirí en la calle. Cuando pintas en la calle, firmas con tu apodo (para permanecer anónimo), mis amigos y la gente de mi entorno terminaron llamándome Ruce. Mi apodo junto con mi nombre se ha convertido en mi identidad de artista: Alberto Ruce. Empecé pintando letras a los 13 o 15 años. Hice mi primer grafiti en las paredes de mi colegio. Era algo que había visto al ir a la ciudad y que quería replicar. Vengo de un pueblecito del sur de Italia. No había nada en la región que se pareciera a un tag o a un grafiti, así que fui descubriendo las cosas muy despacio. Poco a poco fui descubriendo la cultura hip-hop y comprendí lo que era el grafiti, el breakdance y el rap. En 2009, me mudé a París y encontré una profusión de universos artísticos, como grafitis, street art, arte contemporáneo... que me conmocionó. Empecé a desarrollar mis letras hacia el 3D, en objetos, luego con los años las letras desaparecieron y fui tomando el camino de lo figurativo y de la pintura. Hoy puedo describirme como un pintor urbano que trabaja en la calle. En el estudio, paso muchas horas analizando el color, las formas y la idea, y a continuación transpongo ese trabajo a las paredes. Otras veces me inspiro en la calle para los trabajos que realizo en el estudio en papel, lienzo o madera. De alguna manera, sigo muy apegado al espíritu del grafiti, a encontrar lugares abandonados para pintar y buscar muros donde realizar mis obras mientras camino por la ciudad.
¿Qué quiere expresar a través de su trabajo?
Lo que quiero comunicar a los demás es que a menudo nos encontramos en situaciones de superficialidad, de superficialidad emocional o de superficialidad de la percepción sensorial. Creo que la superficialidad podría hacer que desaparezcamos como personas empáticas. Muchas veces estamos tan ocupados con nuestros problemas que nos olvidamos del mundo que nos rodea. Con mis pinturas me gustaría mostrar que, por falta de atención, pasamos por alto cosas intensas e importantes, y recordar que hay un mundo a nuestro alrededor que corremos el riesgo de perder.
¿Quién es la gente que aparece representada en sus pinturas? ¿En qué se inspira para esos retratos?
Me gusta representar a personas y situaciones que conozco, que me son familiares y por las que siento algo. La mayoría de las veces, los retratos que pinto provienen de mi trabajo fotográfico. En particular, me gusta representar emociones intensas, me gusta el contraste entre una pintura muy delicada y un tema muy fuerte. Últimamente, mis temas están evolucionando hacia la exploración de un tema al que tengo mucho cariño: el mundo rural, con escenas pastorales ligadas a la relación entre el hombre y la naturaleza, con campesinos que aún trabajan la tierra y sus recursos de forma natural, y también animales. Es un mundo que me fascina y con el que me siento conectado.
¿Sus obras tienen un vínculo directo con el lugar en el que las realiza?
Cuando pinto en la calle, a menudo hago referencias al lugar en el que pinto, ya sea una intervención ilegal o legal, da igual, me gusta relacionarme con el lugar en el que trabajo. Creo que de esta manera, la pintura desprende más intensidad, el acto pictórico adquiere un valor diferente. No se trata solamente de pintar por necesidad, sino que se convierte en otro medio de comunicación. Pintar una determinada imagen en un lugar concreto puede tener una fuerza mucho más intensa en comparación con la misma imagen pintada en otro lugar. A veces eso no siempre es factible y solo pretendo pintar lo que me gusta, comunicando un mensaje más general. No encuentro necesariamente una referencia intrínseca al lugar, pero no importa porque no siempre podemos crear las situaciones que nos gustan. A veces me basta con encontrar una pared que tenga una grieta pronunciada para poder visualizar una imagen en ella. Con eso basta para ser capaz de comunicarse con el lugar y pintar una imagen perfectamente vinculada a la arquitectura.
Conocer al público, a los transeúntes, a los habitantes es importante para usted. ¿Ha habido alguna conversación o encuentro que le haya marcado especialmente?
Conocer al público es a menudo estimulante, para mí es casi imprescindible. En los festivales, no siempre tengo la oportunidad de hablar e interactuar con la gente. Sin embargo, me parece que escuchar la opinión de la gente que vive en el barrio y hablar con ellos es realmente el “plus” que puede aportar esta disciplina. Lo más gratificante puede ser el comentario de un niño o la aprobación de una persona mayor, nos sentimos como si estuviéramos en el lugar adecuado en el momento preciso, como si se estuviera haciendo algo interesante para la comunidad. He conocido a mucha gente en la calle, tendría mucho que contar. Se me viene a la mente una vez relacionada con una pared en la que decidí trabajar sin que fuera un encargo ni como parte de un festival. Ese encuentro me llevó a cambiar de tema. El día antes de pintar una pared, la preparo para la realización. Ese día, un transeúnte que vivía en el barrio, y a quien le mostré mi boceto de una foto que había tomado de una estatua de una iglesia cercana, me dijo que no quería ver una imagen sagrada todos los días. Lo entendí enseguida porque soy agnóstico, así que decidí cambiar de imagen y elegir otra que me gustara. Al pintarla al día siguiente, me di cuenta de que la imagen se adaptaba perfectamente a las grietas de la pared. Es una obra que representa a dos personas, dos amantes besándose, y al final resultó ser la imagen más adecuada para esa pared.
¿Qué le llevó a presentarse a este Premio de arte urbano?
Es un concurso que combina una gran marca, que conozco bien porque suelo usar acrílicos Pébéo, y una institución del arte urbano, Fluctuart. Tenía muchas ganas de mostrarles mi trabajo en primera instancia. Y me honra que haya gustado hasta el punto de ser seleccionado.
El pasado mes de octubre realizó su primera exposición personal en Francia, ¿tiene otros proyectos planeados o que le apetezcan especialmente para el futuro?
Después de esta exposición organizada por Art'Murs, espero poder presentar otras en París y también fuera de Francia. Uno de mis proyectos que espero que vea la luz dentro de un año es el lanzamiento del documental vinculado a mi proyecto Transumanze. Lo hice a dúo con la videógrafa/realizadora Carla Costanza. Juntos, investigamos el abandono de los pueblos pequeños y de las costumbres populares en Sicilia. Durante esa investigación, en 2019 pinté en edificios de diez pueblos pequeños de Sicilia. En las pinturas he representado costumbres populares del interior de Sicilia que se están perdiendo o que ya se han perdido. Acabamos de firmar con la productora Cocoribou Films. El documental actualmente se encuentra en la fase más difícil y larga, la de postproducción. Hasta entonces, estoy invitado esta primavera a participar en varios festivales. Mantengan los ojos abiertos... Más información en la página web de Alberto Ruce.