Nacido en 1956 en Marsella, Piotr Klemensiewicz estudió Bellas Artes ( ESBAM) y enseña hoy en día en la misma escuela (ESADMM). Después de obtener el DNSEP en 1979, fundó con otros artistas el taller de Lorette ( G.Autard, G. Fabre, F. mezzapelle....) En 1986, abandona el taller en el momento en que es comprado por la ciudad de Marsella y comienza su actividad como enseñante en Bellas Artes. Klemensiewicz afirma que más que afectarle, su actividad como profesor ha influenciado su trabajo: él vive su trabajo de pedagogo como un compromiso, tal como sus profesores cuando él era estudiante. Con motivo de sus dos exposiciones en Montreal (1999 y 2000), se quedó por un tiempo en Canadá y enseñó en la UQAM. Una escuela sigue siendo un lugar privilegiado de debates y de encuentros, sin embargo, para él sigue siendo indispensable viajar. La Galerie Baudoin-Lebon (Paris) lo representa con esta nueva exposición.

Piotr Klemensiewicz : Hay obras de gran formato que cubren la mayor parte de los muros de la galería y una importante serie de paisajes que fotografié y con los cuales recubro la parte más grande de la superficie. Esta serie, que se llama «never been there» se realizó en otro taller que tengo en Berlin, y el trabajo se volvió más intimista, más autobiográfico. Las pinturas grandes persiguen el trabajo policromático de las bandas y los recubrimientos del fondo previamente pintados, como si pudieran permanecer monocromáticas.

Fue por azar de la historia, que tiene que ver con la segunda guerra mundial, que mis padres llegaron a Marsella: ellos eran polacos y resistentes. Mi padre inmediatamente adoró Marsella, mi madre esperó en vano un regreso imposible a su país natal. Hace algunos años y después de mucho viajar, me entró el deseo de instalarme en algún otro lugar. La idea de tener dos talleres me abrió a nuevos proyectos. No me atrajo la idea de ir a Polonia a revivir los recuerdos de la saga familiar, sin embargo Europa del Norte sí me atraía. Escuchaba sólo cosas positivas de Berlín y después de una primera visita, quedé seducido. Su comunidad artística es densa e internacional, la pintura está en su momento y en plena actividad.

Piotr Klemensiewicz : Fueron los pintores de Corea del Sur que conocí y que me permitieron repensar mi trabajo. Allá, la pintura es una práctica mucho más emancipada, libre de preguntas acerca de su legitimidad, su pasado o su futuro. Es muy autónoma e interactiva desde un punto de vista físico y espiritual. Nada de especulaciones sobre su inminente final o su eterno retorno… En China, la relación con lo real y las imágenes contemporáneas está presente, incluso brutal. Pero el talento de algunos artistas es abrumador. Yo no elijo particularmente cuándo un proyecto de exposición va a presentarse, sólo he notado que prefieren frecuentemente ciertas series de mi trabajo: los tinteros y las “pilas”.

Piotr Klemensiewicz : Es la parte autobiográfica de la que les hablaba el principio. Autobiográfico no significa necesariamente narrativo: plasmé numerosas historias vividas a través de un espectro pictórico elaborado poco a poco. Algunas tocan a lo político, otras a la filosofía, otras a lo decorativo. Existe la idea de que lo pictórico sobrepasa a las motivaciones psicológicas. Pintar el más ínfimo desfase con la realidad siempre es una apuesta: puede parecer charlatán o al contrario, ser el centro del proyecto artístico.

Piotr Klemensiewicz : Ciertas tribus indígenas colgaban ramas a la cola de su s caballos para borrar las huellas de su paso. De sus huellas no que daban más que largos rastros afilados. Considero que la pintura se encuentra seguido entre estos dos gestos: el de la aparición y desaparición. Cualquier cosa representada, o una superficie abstracta, recubre siempre su superficie equivalente y preexiste al resultado final. No hay casa, ni banda, ni escalera. La serie de las saturaciones era la más figurativa posible pero se resistía a la idea de un argumento. Yo pintaba fragmentos de objetos descentrados sobre el cuadro. Al centro no había nada: mi deseo era dejarle el espacio a la pintura.

Piotr Klemensiewicz : Con los elementos que acabo de describir, y que articulan, a veces, dentro del desorden, las etapas del cuadro. El espacio entre la intención y el acto es formidable. No busco reglas que podrían volver mi gestión mecánica y planeada. Prácticamente, el acrílico, en todas las temporadas, me permite una variación de texturas que utilizan las propiedades del médium, ricas en posibilidades y que me dictan –a veces- qué debo hacer.

Piotr Klemensiewicz : Tengo demasiados o ninguno, según el día. Estos últimos años, me comunico mucho con un artista de Corea del sur, Lee Kang So. Su trayectoria ha pasado por el performance, el video, sin embargo, ahora trabaja con la pintura y la fotografía. Cuando digo que me comunico quiero decir que intercambiamos miradas sobre nuestras pinturas y fotografías. Yo amo la pintura a lo largo de todos sus matices y logro sentirla en todo mi ser, con o sin el pincel en la mano. Es una práctica artística que desarrolla ante todo, la percepción. Muchos artistas participan a esta construcción.

Piotr Klemensiewicz : La mentira me interesaba como cosa mental, concepto pictórico. Hay que pasar por un dibujo, una forma, un signo. Se me ocurrió una forma cerrada. La nube es un objeto intensamente pictórico y la mentira es un elemento constitutivo de la idea de representación dentro de la pintura. Paralelamente, yo había pedido a algunos amigos que dibujaran la palabra “mentira” como una alegoría. Todos me propusieron formas diferentes, pero todas eran cerradas. Como la figura de la nube persistía, pinté una serie de “pilas” (de pintura), sobre las cuales esa mentira parece flotar.

Piotr Klemensiewicz : Creo que los colores tienen su propio lenguaje visual que hace callar a las palabras. Según las culturas, en diversas partes del mundo, el color se impone como el principal vector del lenguaje pictórico. No es el caso en occidente, salvo si se asocia a categorías que, con el tiempo, se agotan: “fauvismo”, “expresionismo”…El uso de demasiado color, parece un peligro para algunos. Dos o tres tonos parecen entonces imperiosos y sólidos. Yo entendí esto hace mucho tiempo y quise tomar el riesgo un poco desmesurado. Es una elección estética y política y no una cuestión de temperamento. Viajo mejor con mi trabajo habiendo hecho esa elección. Desde hace algunos años, gracias a Pébéo, puedo explorar la cuestión pictórica con medios sustanciales. El desarrollo de nuevas sustancias y componentes me ayuda también a realizar otras texturas, de donde surgen nuevos colores, nuevos proyectos.